Si Bill Gates puede hablar de ello con libertad y sin tapujos, entonces yo también puedo. Ese es el pensamiento que he sostenido mientras escribía este inusual artículo. Pero es que me parece importante el tema.

Mi madre siempre nos cuenta las mismas historias de cuando era pequeña. Una y otra vez, hasta el infinito. Y nosotros escuchamos una y otra vez, sin cansarnos. El otro día estábamos en la sobremesa y nos contó aquella de cuando era pequeña y vivían en una casa vieja a las afueras del pueblo. Mi abuela en aquella época se dedicaba a coser vestidos para los ricos desde casa, tarea con la que ganaban buenas pelas, como dice ella. Mi abuelo se ocupaba de las vacas y las gallinas que tenían en el corral. Vendían la leche y mi madre se encargaba de distribuirla por las casas del pueblo. La historia que nos volvió a contar versaba sobre las vicisitudes de ir al baño en aquella época. El retrete estaba detrás de la casa, por lo que había que salir y rodear las cuatro paredes para poder ir al baño.

¿Por qué os cuento esto?

Pues porque en este país las cosas han mejorado y ya nadie tiene que vivir con el retrete fuera de casa y hasta los vagabundos pueden, aunque sea de mala manera, acceder a un retrete con cañerías. En muchos otros lugares la gente no tiene tanta suerte, y las heces y los residuos se acumulan en calles y cañerías abiertas. Estos residuos se convierten en el caldo de cultivo de enfermedades que afectan gravemente a los niños más pequeños.

Arreglar este problema y llevar a las zonas más desfavorecidas un retrete sencillo y útil es una de las tareas primordiales en las que se ha embarcado la GatesFoundation. Bill Gates se obsesionó con la enfermedad de la polio y en unos años ha conseguido erradicar la enfermedad del planeta. Su nueva misión, al menos hasta la llegada del covid-19, ha sido el tema de los retretes.

En la India, su presidente hizo una extraña promesa al principio de su mandato. Antes de que acabara su periodo legislativo prometió instalar retretes para toda su población. India es un país muy notorio por este problema, pues la enorme cantidad de población en ciudades mal planeadas y sin sistemas de saneamiento adecuados no tiene retrete. Las vías del tren son un lugar predilecto para hacer sus necesidades, y ya ha habido muchos accidentes por culpa de esta costumbre. Los niños, por su parte, sufren diarreas que se prolongan en el tiempo y se vuelven muy peligrosas para su salud, causando la muerte cuando los niños son muy pequeños.

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Por todo eso y porque es el país donde la mayor cantidad de gente defeca en el exterior, Modi construyó la friolera de 110 millones de letrinas, cumpliendo así con su promesa.

Pero años después de su construcción, se está descubriendo que muy poca gente las utiliza. Nadie se encarga de mantenerlas, caen en desuso y la gente vuelve a hacer sus necesidades en el exterior. El mayor problema de estos retretes, a parte de la falta de mantenimiento y limpieza general, es la ausencia de cañerías conectadas a ellos. Con el tiempo se deterioran y se vuelven inservibles por no estar conectados a una red general de cañerías que transporte esos residuos hasta el río o la planta de limpieza de aguas residuales.

Para combatir esta crisis de salud pública en los países en vías de desarrollo, Bill Gates pensó en resolver el problema con mucho menos esfuerzo y mucha más ingeniería. Por eso promovió a través de su fundación la creación de un concurso para ver quién era capaz de hacer el retrete más barato y que funcione de forma autónoma. Gracias a su impulso y al impulso de su fundación la gente ha desarrollado retretes muy ingeniosos.

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La mayoría consisten en un retrete normal que luego transforma los residuos y los destruye o convierte, como hace uno de ellos, en agua potable. Utilizan bacterias o procesos químicos para separar los distintos elementos gracias al uso de energía solar o a la energía producida por el propio retrete en la combustión de los residuos, y los reciclan.

Esperemos que este proyecto salga adelante. Ya hay alternativas viables, por unos trescientos dólares estadounidenses. Ahora sólo hay que producir esos en cadena, comprarlos y llevarlos a los lugares donde se necesitan y enseñar a la gente a utilizarlos. Porque ese es otro de los problemas, que, por raro que nos parezca, la gente está acostumbrada a defecar en el exterior y luego cuando les ponen un retrete no quieren utilizarlo. Llevan haciendo las cosas de una manera toda la vida y ahora no se fían y no quieren cambiar.

Pero esto ya es un problema del futuro. Además, no puede ser tan difícil crear una alternativa mejor y más atrayente que defecar en el exterior en medio del bosque o junto a las vías del tren. Los vídeos de Bill Gates bebiendo agua obtenida del procesamiento de heces o metiendo la cabeza en una letrina en medio de un pueblo de la India para demostrar los malos olores que hacen que la gente no quiera entrar ahí, no tienen desperdicio. Si eso no es altruismo y dedicación, entonces no sé nada.

Daniel Alonso Viña 
13.1.2021