“La posverdad es prefsacismo”, declara en su artículo para el NewYorkTimes el tajante Timothy Snyder, historiador y profesor en Yale. Estamos en un momento histórico en el que los hechos se han alejado para dejar paso a la oscuridad, donde los monstruos campan a sus anchas, donde las princesas parecen orcos y donde los villanos son tomados por salvadores.

En otra parte del artículo, Snyder hace referencia a una autora que me gusta mucho, Hannah Arendt. Filósofa y teórica política de origen judío, dedicó su vida a estudiar el fenómeno del nazismo tras huir de las garras del régimen alemán e instalarse en Estados Unidos. Decía algo que quiero sacar a colación aquí, y que es la frase que corona este texto: “las grandes mentiras sólo son eficaces en mentes solitarias”.

Si os soy sincero, yo no hubiera sabido expresarlo mejor. Aun así, voy a seguir con el artículo porque quiero ilustrar un punto de vista básico que creo que puede ayudarnos a reflexionar sobre el fenómeno que tenemos entre manos: la posverdad. Todavía no creo que pueda calificarse esto como “prefascismo”, aunque muchos disentirán de esta opinión.

Lo que me gustaría mostrar en unos párrafos es que la conspiración de Trump y Qanon y las elecciones estadounidenses es sólo la punta del iceberg de un largo proceso de congelación de la mente colectiva estadounidense. De aquellos delirios primordiales vienen los individuos fanáticos y numerosos que tanto nos sorprenden hoy en día. Creo que no soy el único que se acuerda de la proliferante comunidad de fanáticos que arrasa al otro lado del océano. El primer caso que me viene a la cabeza es el de los terraplanistas, que tienen grupos de Facebook y hacen quedadas para demostrar que la tierra es, efectivamente, plana. No consigo entender porque esa gente está tan empeñada en que nos han mentido, en que el resto somos ovejas del poder porque seguimos pensando, ignorantes, que la tierra es redonda.

Otro grupo interesante es el de aquellos que creen en la vida extraterrestre. No son como los demás, como nosotros, que de vez en cuando nos entretenemos con una conversación sobre la posible existencia de extraterrestres. Ellos son más listos, y están seguros de su existencia, y no sólo eso, sino que dedican su vida a demostrar la certeza de sus intuiciones. Según ellos, el gobierno contacta con los extraterrestres, o quizás los tiene escondidos. ¿Dónde? En el área 55, nuestro último gran ejemplo. Allí se reunió en cierta ocasión un grupo de gente que decía que iba a entrar a la fuerza en el área 55 para descubrir que tenía el gobierno estadounidense allí escondidos. En Facebook la cita se viralizó y el día de la invasión se preveía que hubiera allí miles de personas, por la enorme reacción que habían tenido en las redes sociales. El resultado fue una veintena de individuos con pancartas y miradas perturbadoras. Por supuesto, nadie entró en el área 55 ese día, debido al escaso número de adeptos que consiguieron reunir y a las metralletas que portaban los hombres del ejército al otro lado de la valla.

Creo que todos hemos visto en alguna ocasión a este tipo de gente. En la televisión se hacen programas sobre ellos, como si fueran especímenes de tierras lejanas, extraños seres capaces de creer y defender con su tiempo y su vida ideas disparatadas y que, de ser ciertas, tampoco cambiarían demasiado su existencias escasamentes interesantes. Son seres solitarios, unidos a través de las redes sociales pero solitarios en esencia. Se reúnen para reafirmarse los unos a los otros, crean asociaciones en las que hablan sobre las nuevas conspiraciones y discuten, como si fuesen seres perfectamente racionales, sobre las más increíbles locuras.

En fin, estos son, a mi parecer, los hombres y mujeres de los que habla Arendt. Es a ellos a los que se refiere. La última y más famosa conspiración, Qanon, simplemente es la versión política de toda esta tendencia que viene creciendo en los últimos años. Toda la gente que antes creía que la tierra era plana, ahora se ha hecho ferviente defensora de Qanon, aparte de pensar que la tierra sigue siendo plana.

Qanon es el vehículo a través del cual se han expresado todas estas personas, que llevan viviendo en la oscuridad durante mucho tiempo, que llevan tantos años guardando sus poderoso conocimientos ante sus amigos y familiares, porque ellos no entienden. De nuevo, “las grandes mentiras sólo son eficaces en mentes solitarias”.

En el siguiente artículo trataré de abordar las causas de esta soledad, y porqué es tan especialmente americana. Lo cierto es que no sé si peco de pedante, pero quería analizar con más tranquilidad y sin tanta rapidez la primera parte del argumento, que es la aquí expuesta, y que consiste en tener claro que los que asaltaron el capitolio son individuos que no se han vuelto así de locos de repente, en estos últimos cuatro años, sino que su aparición tiene una historia, que se puede contar y empezar a ver a través de los grupos no políticos que les han precedido. Antes o después, la paranoia debía escapar de su cerco y saltar a la política.

Mi esperanza es que, al final del siguiente texto, sea capaz de esbozar unos prismáticos, unas lentes a través de las cuales podamos analizar este movimiento con mayor perspicacia. Unos lentes que nos permitan mirar fuera de estados unidos y observar en otros países —como, por ejemplo, el nuestro— los signos de que algo parecido se está fraguando.

Daniel Alonso Viña

8.2.21