A veces, los intelectuales se pasan de rosca.

Estaba a punto de escribir un artículo sobre el capitalismo cambiante y en plena transformación, pero lo he dejado al darme cuenta de que todo es mentira.

Según los pensadores económicos, antes estábamos en un capitalismo de accionistas en el que lo importante es conseguir beneficios trimestrales, aunque se coarte el futuro a largo plazo de la empresa.

Ahora ellos dicen que todo está cambiando, pero hay discusión al respecto de hacia donde.

Unos dicen que vamos hacia un capitalismo de shareholder (o participativo), es decir, en el que ya no importa sólo el accionista sino todas las personas que participan en la empresa, desde trabajadores, consumidores, accionistas, hasta el impacto que tiene la empresa en el entorno y en la comunidad.

Otros dicen que estamos en un capitalismo de consumidores. Según ellos, sólo importan los consumidores y estos se han vuelto el centro de atención principal para las empresas. De nuevo, los consumidores tienen el poder, como si lo hubieran perdido en algún momento.

A punto he estado de escribir un artículo entero de eso.

Por suerte, esta mañana he visto un vídeo y me he dado cuenta de que esto sólo es una fantasía. Es una ilusión fabricada por los círculos intelectuales que necesitan nuevos temas sobre los que escribir para mantener su trabajo. Su labor no es observar la realidad y analizar sus entresijos, están lejos de ser periodistas. Su trabajo es inventar la realidad, o más bien, dotar a la realidad de una capa de fantasía que siempre acaba siendo un estorbo para la adquisición conocimiento real.

En el vídeo, Gray Vee estaba en conversación con otro empresario. Gary estaba traumatizado mientras comentaba la impresión que le producía hablar con los directivos de las empresas más grandes de Estados Unidos. Ellos sólo pensaban en los beneficios trimestrales y eran incapaces de pensar en el futuro de la empresa de aquí a diez años. Son trabajadores, no líderes, por lo que su misión es hacer el menor ruido posible para no ser despedidos.

Por lo tanto, si las empresas más importantes del mundo, que supuestamente son las que lideran esta fantasía del capitalismo participativo, en realidad no lideran nada,

¿Hay esperanza para un capitalismo diferente?

Creo que sí, y creo que será liderado por las nuevas empresas y generaciones que aparezcan después de la crisis, esas empresas tendrán una oportunidad de justificar ante los inversores una forma diferente de operar, distinta de como lo hacen esos grandes mastodontes. Tendrán la oportunidad de reclamar una producción sostenible, unos salarios justos para sus trabajadores, una atención constante por los consumidores y un plan de adaptación al entorno en el que se ubiquen.

El factor esencial es el tiempo. Las empresas viejas ya tienen una organización constituida y una forma de trabajar. El riesgo de realizar modificaciones es alto y no se realizarán a menos que la empresa ya no tenga nada que perder porque todo va fatal. Las empresas nuevas, vírgenes, tienen la oportunidad de construir todo su aparato organizacional en torno a los principios y normas que le plazca a sus líderes. Es en esas empresas donde comienza el cambio de la economía y la realidad.

Al fin y al cabo, esos cambios radicales y nuevos paradigmas que proclaman a los cuatro vientos los intelectuales, no son más que la acumulación de pequeños emprendedores con una idea y la ilusión de construir una empresa diferente. Es decir, gente muy real haciendo esfuerzos muy reales por cambiar el mundo.

Daniel Alonso Viña
12.11.2020