La economía global está atravesando un proceso de cambio que nuestra generación desconoce por completo. Por eso Ray Dalio ha acudido a la historia para responder a las grandes preguntas que se plantean en el presente. Comprender el mundo es esencial para no quedarse atrapado y saber navegar los nuevos tiempos. El que se niega a ver el futuro, se condena. El que elige la ignorancia frente al conocimiento pierde el derecho a quejarse.

China va a durar mucho más de lo que pensamos, pese a todos sus problemas internos. Su capacidad de crecimiento es desbordante y va a seguir siendo la fuerza dominante en su camino hacia el destrone de Estados Unidos. Aquí os dejo siete claves del libro titulado El Cambiante Orden Mundial: Dónde Estamos y A Dónde Vamos.

  1. El mundo está cambiando. China irá cogiendo relevancia en los próximos, hasta que su superioridad sea evidente frente a Estados Unidos.
  2. Estados Unidos está perdiendo en todas las métricas. Todos los indicadores que han sido capaces de recabar indican que el imperio estadounidense llega a su fin. Es cómo una fuerza gigante en la que intervienen tantos factores que su curso se vuelve imparable. Así sucede también con China, pero al contrario. Según todas las métricas, es un imperio incipiente que aúna todos lo necesario para dominar el mundo en unos años.
  3. Lo último que perderá Estados Unidos son la influencia cultural y la potencia del dólar. Todos los imperios han funcionado siempre de la misma forma. El dólar es un activo reserva para el mundo entero y eso dará a Estados Unidos relevancia y poder durante al menos otra década. Además, el impacto cultural del país en los modos y formas de comportarse del resto del mundo durará mucho tiempo, aunque irá disipándose a medida que Estados Unidos deje de representar un ejemplo para el mundo.
  4. El gasto militar es una lacra imposible de parar. En Estados Unidos, el gasto en educación y sanidad disminuye, al tiempo que aumenta el gasto militar. Es necesario porque es el líder del mundo y debe tener el mejor equipo y la mejor tecnología, pero el gasto que supone para una nación decadente es uno de los factores que les hunde más en su declive. La población cada vez tiene menos recursos para gastar, la clase media desaparece y se abre una brecha salarial entre ricos y pobres, al tiempo que los ricos pagan cada vez menos impuestos debido a las nuevas leyes de reducción de impuestos. El capital, por tanto, se acumula en unas pocas personas mientras que las condiciones de la clase trabajadora no dejan de empeorar. La nación cada vez tiene más gastos militares y menos ingresos porque la gente es cada vez más pobre. En definitiva, una espiral de deterioro difícil de revertir hasta que no se toca fondo. Esto ha pasado en todos los imperios anteriores, y tiene pinta de ser el camino que está siguiendo rajatabla Estados Unidos.
  5. Existen varios puntos de tensión, lugares de conflicto donde podría producirse la escalada que termine en desastre. En las transiciones entre imperios del pasado, el imperio en decadencia siempre ha hecho un último esfuerzo por combatir al imperio incipiente. Pero el primero siempre ha perdido en la pugna por el poder. Ahora existen muchos puntos de tensión donde los dos países se enfrentan en cuestiones sobre las que tienen opiniones completamente antagónicas. Primero tenemos la guerra comercial con el aumento de los aranceles durante la era de Trump. Segundo, las posibles guerras directas entre los ejércitos, para medir las fuerzas. Lugares en los que podría estallar el conflicto son Taiwán, el Mar de China o Corea del Norte.
  6. La diferencia de culturas es casi insalvable. Eso hace las negociaciones y la comunicación muy difícil, ya que los valores que sostienen con profunda emoción los estadounidenses son antagónicos a los que defienden los chinos. Por ejemplo, para los americanos el individuo y su soberanía está en el centro de todo, y afecta a la vida social y política y la dirección de la legislación y el país entero. Sin embargo, los chinos consideran que, para que la sociedad funcione, los intereses del individuo deben supeditarse al conjunto social, de forma que cada uno juegue el papel necesario para que todo funcione correctamente. No es que una filosofía sea mejor que la otra, sino que hay otros muchos ejemplos donde se oponen de esta forma radical, y a cada uno le cuesta horrores ponerse en el lugar del otro a la hora de negociar, por lo que suelen surgir con facilidad los enfrentamientos. No tanto porque no exista solución a los problemas, sino más bien porque no existe voluntad de negociar y comprender y ponerse en el lugar del otro.
  7. La transición de poder va a ocurrir casi de forma inevitable. Ahora bien, lo que no sabemos es cómo. Nadie quiere una guerra, porque una guerra abierta no beneficiaría a nadie, y eso lo tiene claro todo el mundo, especialmente China. Las nuevas tecnologías militares podrían hacer muy fea una guerra militar. La historia, en este caso, no permite predecir con facilidad lo que pasará, pues si bien otros imperios siempre se han enfrentado cuando el viejo perdía su poder contra el nuevo, las condiciones del mundo moderno y el contexto global permiten tener cierta esperanza en que esta transición, aunque sea dolorosa para los americanos, será también pacífica. La perspectiva de una guerra abierta es casi impensable.

Una buena noticia para los europeos: no aparecemos en todo el libro. Esta conclusión es propia. No se refiere a nosotros más que en el tiempo pasado y para hablar de los problemas de la vieja Europa con sus imperios y sus países enfrentados. Así que, si hubiera alguna guerra o conflicto serio, no creo que nos fuera difícil mantenernos neutrales y salir reforzados. Eso sí, deberíamos enviar un frente europeo unido al mundo, en vez de una serie de mensajes parecidos pero diferentes de cada país que forma la Unión Europea.

Daniel Alonso Viña
11.1.2021