Os presento a Boyan Slat, un chico holandés que con dieciocho años se fue de vacaciones con sus padres a las islas griegas. Buceando entre sus luminosas y ricas aguas, se encontró con el que sería su enemigo de por vida, el plástico.

Desde aquel verano Boyan lucha por eliminar de forma eficiente y rentable los plásticos que flotan en el océano. En 2013 fundó la empresa The Ocean CleanUp. A día de hoy lideran la investigación y la innovación en la lucha contra el plástico en el océano.

Sin embargo, al principio no todo fue fácil. Se encontraron con una falta crónica de datos fiables y su equipo de científicos se dedicó durante años a cuantificar y mapear los plásticos en el mar. Necesitaban comprender mejor de dónde venían los plásticos y hacia donde se dirigían. Estudiando las corrientes marinas y tras el análisis de grandes muestras de plásticos recogidos de las zonas de acumulación, pudieron obtener una visión más acertada del problema. Entonces se pusieron a diseñar, y desarrollaron dos productos increíbles.

El arco flotante

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El primero surgió a raíz del estudio de las corrientes marinas. Descubrieron que la velocidad de las corrientes marinas era más alta en la superficie que en profundidad. A medida que te sumerges en el mar, la velocidad a la que se mueve el agua disminuye. Tras muchas pruebas, dieron con un invento definitivo. Y simple. Se trata de un arco flotante que, según sus palabras, “se comporta como el plástico”.

Este arco está sujeto a un objeto pesado que se encuentra a cien metros de profundidad, flotando. Esto ralentiza la velocidad del arco en la superficie, y los plásticos, que van más rápido, se quedan atrapados. Para ralentizar aún más la velocidad, han puesto un paracaídas en el agua. Este aparto funciona sin intervención humana ni de ninguna otra fuente de energía.

El Interceptor

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El segundo invento surge a raíz de otro descubrimiento. La mayoría de los plásticos del planeta proviene de los 1000 ríos más contaminantes del mundo. El objetivo es recoger esos plásticos cuando todavía no han salido al mar. La máquina para este trabajo se llama Interceptor.

Se coloca en los ríos y recolecta los residuos automáticamente, sin necesidad de intervención humana. Utiliza la corriente para atraer los plásticos hacia los basureros que tiene instalados en el interior. Cuando se llenan, un operario se encarga de vaciar los cubos y pronto vuelve a estar operativa. Todos sus sistemas funcionan con placas solares y ya han sido instaladas dos en Indonesia y Costa Rica. La intención es fabricar esta máquina en una planta de producción y que su diseño único sepa adaptarse a cada río sin necesidad de modificaciones especiales.

Conclusión

The Ocean Cleanup es una empresa, es decir, su intención no es sólo limpiar los océanos, sino ser rentables haciéndolo. Quieren ganar dinero con el reciclaje de todos esos plásticos, mediante la venta de los productos obtenidos con su reciclaje.

De momento, acaban de sacar unas gafas de sol fabricadas cien por cien con productos reutilizables. No son las gafas más bonitas ni más modernas del mundo, pero su valor está quizás en otra parte. Esas gafas son el resultado del esfuerzo realizado por esta empresa para arreglar el mundo que hemos ido estropeando poco a poco. No son solo unas gafas, son el resultado de años defendiendo una idea que parecía completamente absurda e imposible y que ahora, con esas gafas, se ha convertido en una realidad. Aunque ellos no lo anuncian así, creo que merece la considerarlo.

Daniel Alonso Viña
23.11.2020