Sobre las implicaciones del “We love you. You are Special” de Donald Trump.

Hay dos palabras en las que nadie se ha fijado, pero yo no he podido dejar de pensar en ellas. Hacia el final del pequeño discurso en el que Trump exhortaba a sus seguidores a salir del capitolio, les lanzó un cumplido que no hace ni a su mujer desde que se casaron. El tono en que lo dice es fantástico. Mejor transcribo el discurso entero, que no es tan largo:

I know your pain, I know you’re hurt. We had an election that was stolen from us. It was a landslide election and everyone knows it, especially the other side. But you have to go home now. We have to have peace. We have to have law and order. We have to respect our great people in law and order. We don’t want anybody hurt.

It’s a very tough period of time. There’s never been a time like this where such a thing happened where they could take it away from all of us — from me, from you, from our country. This was a fraudulent election, but we can’t play into the hands of these people. We have to have peace. So go home. We love you. You’re very special. You’ve seen what happens. You see the way others are treated that are so bad and so evil.

I know how you feel, but go home, and go home in peace.

Quiero centrarme en la parte que he puesto en negrita: We love you. You’re very special.

En pocas palabras, esta frase refleja con certeza apoteósica el conocimiento que Trump tiene de lo que está llevando a cabo. Conoce a la perfección el carácter débil e infantil de sus seguidores más férreos. Son hombres y mujeres perdidos que han encontrado en su misión espectacular y delirante el significado de su vida. Véase, defender la democracia estadounidense asaltando el capitolio. Se encuentran tan absortos y su ceguera es tal que no se dan cuenta del absurdo juego en el que están participando. Trump lo sabe. Sabe que esta gente se siente especial y amada a sus órdenes, que necesitan tener a alguien que se preocupe por ellos y les diga que son importantes, que su visión del mundo es correcta y única y que son ellos los elegidos para salvar la democracia estadounidense frente al más numeroso resto que intenta doblegarla.
 
Cuando dice We love you. You are special. revela su crimen, es decir, que sabe lo que hace. Y más, que no está loco, que la locura es sólo el producto de una serie de acciones conscientes o semiconscientes que lleva a cabo para el espectáculo mediático. Sabe que de esa manera nosotros no vamos a tomarle en serio. Sabe que así interpretaremos sus acciones como el fruto de la estupidez y la locura, y no tanto como parte de un plan malvado para conseguir el poder que deberíamos esforzarnos en quitarle.
 
Arnold Schwarzenegger hizo un vídeo condenando el ataque y hablando de su experiencia personal como inmigrante llegado a EEUU de Austria, un país que sufrió la conversión de una democracia en una dictadura a causa del silencio y la inacción de sus ciudadanos. Compara el ataque al Capitolio con la Noche de los Cristales Rotos, en un giro para mi gusto demasiado exagerado, ya que aquella noche el ataque fue coordinado, masivo y contra un grupo concreto de la población, los judíos. Creo que se puede comparar con mucho más acierto al incendio del Parlamento alemán (Reichstag) en febrero de 1933. La autoría es desconocida pero este acontecimiento fue utilizado por Hitler para darse poderes autoritarios. Echó la culpa del ataque a los comunistas y argumentó que, para contrarrestar aquellas fuerzas del desorden, era necesario restringir temporalmente las libertades civiles. Detuvo a un montón de comunistas y eso solo fue el principio de la violencia. La democracia desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Nadie sabía lo que estaba perdiendo hasta que lo perdió. Todo el mundo confiaba en la fortaleza del sistema hasta que el sistema se derrumbó y entonces tuvieron mucho tiempo para pensar y arrepentirse de no haber hecho nada antes.
 
Aquellos chavales que asaltaron comercios judíos y quemaron sinagogas no eran tan extraordinarios ni tan diferentes al chico especial y amado al que apela Trump. La gente que asaltó el otro día el capitolio puede convertirse a golpe de tuit en personas capaces de hacer cosas horribles, sólo por seguir siendo especiales y por seguirse sintiendo amados y queridos por su jefe espiritual. Quieren ser alguien, quieren ser importantes, héroes de su mundo imaginario. Han entrado por la boca del lobo y ahora no pueden salir. El fanatismo político es cómo la religión, es a prueba de balas y desmenuzar ese sistema de creencias y devolverlo a un estado normal y civilizado, es casi imposible. Esa gente ya no dará marcha atrás en sus acciones ni en su visión del mundo, por lo que lidiar con ellos es extremadamente peligroso.
 
Creo que todavía es pronto para asegurar la caída de la democracia estadounidense. Las fuerzas antidemocráticas todavía no están del todo formadas, pero ya es hora de que empiecen a mirarse al ombligo con ojos críticos y a solucionar problemas acuciantes de la sociedad estadounidense. Sus problemas son nuestros problemas y por tanto es menester que nosotros tampoco vayamos dando lecciones y nos preocupemos de detectar y extinguir los pequeños fuegos que surjan en nuestra sociedad. 
 
Daniel Alonso Viña
15.1.2021